Debatiendo

Mejor así, vacía.

Mejor así, en silencio, sin luz y taquígrafos.

Sin moderador torturando con la "era de la información" y con las cadenas y emisoras de España y de todo el extranjero.

Mejor así, sin reproches, ni mentiras, ni críticas desafortunadas

Sin vueltas al pasado, ni niñas que nazcan en mundos mejores

Sin miradas perdidas, ni cejas angulosas y sin barbas ni chaquetas pequeñas

Mejor así, limpio, impoluto; sin políticos repitiendo lo mismo, ni insultos que ensucien la escena

Mejor así, sin palabras que cuestionen la dignidad de las personas y hagan saltar las alarmas de los relojes.... "de pila", eso sí.

Mejor así, sin juegos, ni reglas, sin tiempos, ni espacios.

Mejor no haber visto ni oido nada.

Hoy ha sido como el día después del estreno de Gran Hermano. Todo el mundo hablaba de lo mismo. Y es que al final, el debate electoral se ha convertido en puro espectáculo mediático. No me extrañaría nada que hubieran dejado votar en directo o que los concursantes tuvieran el "comodín del público" para consultar sus dudas. Seguramente, de esa forma, hubieran salido más airosos o, por lo menos, más creíbles. Porque al final se trata de una lucha de "credibilidad". A ver quien cala más en el público, que es manipulable, pero tampoco es tonto.

He tenido sensaciones variadas y muy contradictorias a lo largo de todo el día. He tenido mis más y mis menos con algunos compañeros, pero también reconozco que en el intercambio de ideas se descubren muchas cosas o se ven desde otra perspectiva. Es cierto que Rajoy se excedió con ETA y con las víctimas del terrorismo, pero no es menos cierto que Zapatero continúa anclado en el pasado y en los reproches al gobierno anterior. Es una pena que caiga en esa espiral y que se enrede en acusaciones y críticas tan trilladas.

No sé quién es mejor, no sé quién vale más o quién es más creíble y la verdad es que me importa bastante poco a estas alturas. Las elecciones me salen por las orejas y los mitines, discursos y programas, todavía más. Pero aún puedo rescatar alguna cosa, algo que para mi sigue diferenciando a la izquierda de la derecha, aunque cada vez sea más estrecha la línea que las separa. Ese algo es: La forma.

La forma de hablar, de sentarse, de debatir, de exponer las ideas, de proponer, de discutir e incluso de criticar. Porque, por muy crítico que se mostrara ayer Zapatero, lo cierto es que nunca le llegará ni a la suela de los zapatos a un Rajoy dispuesto a insultar en cualquier lugar y con los cartuchos cargados allá donde vaya. Los populares se han caracterizado siempre por el tono prepotente, por una chulería despiadada, por la demagogia y por el insulto. Y no consiste en desacreditar, consiste en dar crédito. Dar crédito a lo que dicen, a lo que prometen, a lo que proponen.

Esa es la pena y esa es la batalla.